السبت، يوليو 09، 2005

La Musa

Esta noche me ha vuelto a visitar. De nuevo, caminando por el bosque. Bosque extraño, Reino del Silencio y las Tinieblas. Bosque del que trato de salir, tropezando por un camino que no soy capaz de ver, acompañado solo por las Sombras azuladas de los árboles, que me miran desde sus mutiladas cortezas. Y es cuando pierdo la esperanza de salir de mi pesadilla, que aparece.

Con un vestido de plata, tejido por la Luna. Su pelo negro como las plumas de un cuervo, negro como la noche, cubierto de estrellas. Su piel brilla mortecina, con un halo blanco que la rodea. Como un ángel, como la Muerte. Sus labios rojos se mueven, susurrando, pronunciando palabras ininteligibles para mi. Misterios de la noche, misterios de la vida, la muerte que solo ella conoce. Me mira con sus ojos negros, me ha visto, y no me dejará escapar. Y a pesar de que no quiero, algo me obliga a sostener la mirada de esos enormes ojos negros, a leer en ellos. Y sin poder, sin querer, evitarlo, me sumerjo en ellos. Sintiendo el fluir de su alma, leyendo en ella como en un libro. La Muerte y la Vida, el Amor y el Odio que custodia en su corazón. Y veo, en el núcleo de sus emociones, en el fondo de su espíritu, mi propia vida, mi propio espíritu. Entonces lo comprendo, no hay escapatoria. Me he convertido en esclavo de esos ojos, de esas negras profundidades, donde las estrellan brillan puras, donde el Universo cobra vida y significado.

Y ya no quiero, no puedo, salir del bosque. Salir de las Tinieblas, donde la Oscuridad me abraza con calidez, con pasión. Deseo vivir eternamente con mi Musa, en sus dominios, pero llega el día, y mi sueño o pesadilla, se esfuma. Por eso anhelo la noche, porque ella existe dentro de ella. Porque es cuando mi musa brilla, iluminándome. Porque es cuando amo, y soy amado.