El Infierno. Nadie nos dijo que ganar la guerra seria fácil. Solo nos dijeron que ganaríamos. Miro a mí alrededor, espectros, solo veo espectros. Caras anónimas de soldados sin vida. La actividad es frenética, se acerca el combate, pero antes de la batalla ellos ya han perdido el brillo vital de sus ojos... están muertos. Comprueban por enésima vez sus armas, que saben, se les encasquillarán cuando más falta les hagan. Otros arrastran a los heridos lo más lejos posible del frente, hay que dejar espacio para la lucha, para los nuevos heridos... y muertos. El olor es nauseabundo, orines, excrementos, sudor y bilis tiene que ser una mezcla insoportable. No para nosotros, no conocemos otro olor desde hace dos meses, el aire se ha vuelto inoloro. Los muertos vivientes siguen moviéndose, nerviosos, no sé porque, no lo entiendo, ya saben que están muertos. El Sol esta en su cénit, queda menos para la batalla. Algunos miran nerviosos hacia las líneas enemigas, otros a sus compañeros de pesadilla, aquel de allí es la tercera vez que vomita, y ese tiene tanto miedo que se ha meado encima y ni se ha dado cuenta. Solo unos pocos parece que pueden controlarse. Los locos, los que le han perdido el respeto a la muerte tras engañarla repetidas veces. Los que ya no tienen miedo a nada.
De repente, como si de tambores infernales se trataran, los cañones empiezan a tronar. Nos agachamos y escondemos las cabezas entre nuestras manos. Pronto aquí y allí la tierra comienza a brincar partida en mil pedazos. Y al rato el sonido de la artillería es tapado por los gemidos de los primeros heridos, la carnicería a comenzado, llego la hora de morir. La orden de ataque resuena, allá vamos una vez más. ¿Que más da correr hacia la muerte que esperarla agachado? Todos salimos en tropel hacia el enemigo, no hay nada que perder, no habrá prisioneros. Solo podemos tomar la colina con el combate cuerpo a cuerpo, llevan ahí mes y medio, tienen que estar aún peor que nosotros. La artillería sigue resonando, impasible, junto con los terrones de tierra, ahora cada vez más soldados yacen... o lo que queda de ellos, caras que hace un minuto me sonreían nerviosas. Seguimos atacando, a mí alrededor las personas caen. Ahora si que huelo, azufre y sangre fresca, el olor del campo de batalla. Ya no podemos más, echamos el cuerpo a tierra, los cañones son sustituidos por ametralladoras que tratan de limpiar la pendiente que nos conduce hacia la victoria. Las balas silban, cada vez mas cerca de nuestras cabezas, ya queda menos. Algunos se levantan y corren desesperados hacia el enemigo, es la manera más estúpida e inútil de morir, pobres diablos sin cerebro. Estamos llegando al final, comenzamos a disparar, algunos se levantan, cada vez más, las ametralladoras no podrán con todos. Se quieren rendir, pero no habrá piedad, hay que vengar a los caídos. A pesar de que llevaban días muertos...
Hemos tomado la colina, ahora podemos ver lo que ha quedado a nuestro paso... Un campo sembrado de deshechos y desperdicios humanos. Y lo que somos nosotros no tiene mejor pinta. Nubarrones negros comienzan a cernirse sobre nuestras cabezas. Parecen anunciar la locura de los Hombres. La Oscuridad se abalanza sobre los cuerpos sin vida, los de los que yacen, y los de los que aun nos mantenemos en pie. Cuerpos que jamás vieron la Luz. ¿De qué les serviría ahora un sol radiante? Los supervivientes, o lo que queda de nosotros seguimos mirando el macabro espectáculo. Como si esperásemos encontrar alguna cara conocida por la cual llorar, o la sonrisa triunfal de algún herido, que, aunque mutilado, de nuevo ha esquivado a la Muerte. De repente un rayo cae. Pronto la lluvia lo barrera todo, y dentro de un tiempo este día, esta colina, no será mas que un rumor de viejas batallas. Miro a los que como yo aún se mantienen en pie. Todos miran con la vista perdida el campo dejado atrás. Sus rostros son todos iguales, como si un mismo espíritu los poseyera. Sus caras tienen los mismos ojos. Unos ojos sin brillo, sin vida, ojos que delatan la locura, que como una droga les mantiene con vida.
La actividad vuelve a comenzar, no hay tiempo que perder, pronto comenzara la tormenta. Nadie se queja, nadie habla, nadie llora por los miles de muertos vivientes que hoy han perecido a manos de otros muertos vivientes. ¿nadie? Miro al cielo, pregunto de nuevo, ¿nadie? Y el cielo me responde, y como grandes lágrimas las gotas de lluvia se derraman sobre la Tierra. No lo puedo evitar, y las lágrimas se agolpan en mis ojos, y exploto. Mis saladas lagrimas se diluyen en las dulces que derrama en cielo. Mis ojos se nublan, como antes lo hizo el cielo, ya no puedo ver más, no me hace falta. Se demasiado bien que es lo que hay detrás de mi dolor. Orgullo, miedo, odio, maldad,... Locura Humana.
Locura que elige orgullo antes que humildad.
Locura que elige odio antes que amor.
Locura que elige muerte antes que vida.
Locura que elige odio antes que amor...
La Locura, solo ella puede llevarnos a esta situación. Locura, porque nos falta algo, locos porque estamos incompletos, y no sabemos reconocerlo, locos por no querer doblar la rodilla.
Miro los muertos, los supervivientes, lo que antes era el enemigo,... y el cielo, siempre imperturbable. Y mientras miro como los primeros rayos de un nuevo sol, caen entre las nubes, como un rayo de Esperanza... Pero mientras, pregunto, ¿nos faltas Tú? Tienes que ser Tú, porque no queda nada mas...
Y sigo llorando, inconsolable, para lavar mi dolor, para que mis lágrimas arrastren como antes hizo la lluvia con el campo de batalla, todo mi miedo, todo mi orgullo,... toda mi Locura. Pero no pueden, nada puede... y por fin lo comprendo, y mi Locura es vencida, solo Él puede.
الثلاثاء، يونيو 21، 2005
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هناك تعليق واحد:
Leyendo sobre la locura del Ser Humano en el blog de Kenny, me he acordado de esto que escribi hace... tres o cuatro años, quien sabe... bueno... recivio buenas criticas en el foro, nostamal:P
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